julio 23, 2013

Tecnología, Orfandad y Ruta


Esta fue la idea que se instaló en mi mente al observar la fotografía y al mismo tiempo, la que me desafió a tratar de hacer inteligible la relación que existe entre tales conceptos, los cuales obviamente, son constructores de esa realidad fotografiada. 
El simple vagón de tren, los rieles, los durmientes y la cimentación sobre los que se desplaza son manifestación de cientos de tecnologías, pero sobre todo de conocimientos; igual ocurre con la solitud del niño, manifestación de orfandad social antes que parental, pero sobre todo de una poderosa introspección que lo va construyendo apto y, finalmente el horizonte, obvia manifestación de la ruta y su razón de ser, pero sobre todo de su potencial como esperanza de sustentabilidad.      
De inicio asumí entonces, que se trata de tres variables que enmarcan el proceso migratorio. También que su naturaleza es biológica en tanto es posible describirlas para cualquier organismo vivo y en consecuencia, que cada una debe contener el potencial para determinar su particular perturbación. 
Así concluí una primera hipótesis para el caso humano: Es en razón de tales perturbaciones biológicas, que ocurre una alteración del natural proceso migratorio, transformándolo en una dinámica que destruye los fundamentos de su civilización. 
De esta manera:
  • Por la tecnología; ocurre la destrucción del conocimiento
  • Por la orfandad; la destrucción de la sociedad
  • Por la ruta; la destrucción de su cultura
Comencé entonces a buscar y analizar la bibliografía relacionada con la destrucción de la civilización; pero me sorprendió descubrir la antigüedad histórica y profundidad con que el tema ha sido estudiado; incluso me sentí frustrado apenas comenzar, porque tuve que reconocer que la historia de la humanidad no solo se repite, ya que practicante en cada generación emerge la misma inquietud; sino peor aún, que las advertencias bien razonadas acerca de un fin ineludible y apocalíptico para la civilización humana, e incluso su especie, nunca se han cumplido; así que ¿para que perder mi tiempo? en volver a repetir el análisis y sus conclusiones apocalípticas, si el ser común, actor principal en ello, a fuerza de acostumbrarse a que nunca llega el Armagedon, se ha vuelto refractario a si mismo.
Pero una curiosidad malsana, quizá movida por esa rebeldía innata en mi para aceptar el statu-quo, me apresuró a “darle la vuelta a la tortilla” y afirmarme que el error evidente es reflexionar en términos de Apocalipsis, ya que éste es un imaginario religioso que obliga a distorsionar el tiempo, al grado de asumir posible una especie de “big-bang” inverso, por el cual en un instante, la humanidad entera se derrumba cual castillo de naipes ante un soplido.          
Es obvio que no ocurre así, en tanto la humanidad no es pieza de un supuesto tablero de ajedrez divino, donde es utilizada para sacrificar o para sacrificarse; de últimas, es solo parte de un todo, mismo que si la perdiera, también dejaría de ser tal.   
Por ello, la presente bitácora intenta adelante, analizar dichas perturbaciones que ocurren en cada una de estas variables, no con el afán de encontrar acciones que reviertan su comportamiento y detengan el proceso que engendran; ya imposibles ambos por cierto, pues la humanidad ha cruzado como observaremos, la frontera de no-retorno en todas ellas; sino por la sencilla y personal motivación a realizar un ejercicio racional que especule un futuro horizonte.
Este horizonte, deberá permitir la planificación de posibles escenarios de reacción primero y en seguida, de posibles acciones que, aprovechando las nuevas circunstancias de convivencia, reconstruyan aptitudes perdidas en la especie humana, que lo conduzcan de regreso al equilibrio ecológico hoy obviamente inexistente.