XIII. Frontera Cognitiva


La frontera cognitiva, es desde luego una frontera intelectual, antes que académica.
Intelectual en el sentido de búsqueda de lo inteligible; de la razón de ser de lo biológico y lo social en el sistema humano. Por eso, obviamente las fronteras biológica y social, conforman en si mismas esta nueva frontera cognitiva; pero he querido tratarla de manera separada, para poder hacer énfasis en sus características.   
En la actual dinámica cognitiva podemos distinguir dos nichos operativos; uno preocupado y ocupado por sostener la biodiversidad y otro, por sostener el actual paradigma de “progreso” basado en la industria y su globalización.
Si asumimos el Universo como una red de acoplamientos entre sistemas; ninguno de ambos nichos niega la ciencia (inmanente a la sociedad) y mucho menos la tecnología (inmanente a la biología); sin embargo, el primer nicho persigue la convivencia ontológica (biodiversa), es decir, la trascendencia del acoplamiento en tanto ente; mientras que el segundo nicho, persigue la convivencia política (humana), es decir, el acaparamiento energético en tanto sistema “superior”. 

En términos de poder, las actuales proporciones de ambos nichos son difíciles de medir, pero podemos aventurar una hipótesis, diciendo que pueden ser equivalentes a la proporción que guardan los sectores políticos y los sectores civiles, en las actuales sociedades del mundo; sin embargo, si bien resulta natural y clara la minoría del nicho político, su poder en términos del monopolio de la fuerza es contundente.
Por lo tanto, estamos frente a un desequilibrio severo por el cual, la dinámica política de los países desarrollados en tanto potencias industriales que operan para acaparar energía, aplaudida además por la sumisión política de algunos países subdesarrollados; continúa construyendo conflictos que impactan directamente a la red de acoplamientos y en consecuencia la sustentabilidad de los diversos sistemas en el planeta.  

Este desequilibrio ha empoderando desde hace décadas, la dinámica ontológica de tal manera, que hoy no solo confronta a la dinámica política en sus intereses territoriales (fuentes de energía), sino en su fundamento mismo como dinámica cognitiva: la alfabetización.   
Por otra parte, el propio cambio climático, observado como la reacción de la red de acoplamientos que conforman el entorno, a las políticas acaparadoras (depredadoras) del sistema humano; está sumando poder a la dinámica ontológica para enfrentar dicho desequilibrio. Pero también, debemos reconocerlo, desesperación en la dinámica política para defenderse.
La modificación de los ciclos agrícolas, las pandemias, el desempleo, la pobreza, la reducción de fuentes de energía, etc, etc; están obligando a la dinámica política a pretender erigirse como líder de las soluciones.

Sin embargo, su propia inercia industrial y globalizadora, la está condenando a revolverse sobre ella misma; a insistir en sus paradigmas de “progreso” para sostener y desarrollar el consumo, pero a la vez impulsar el protocolo de Kyoto y la energía nuclear; al incremento de las enfermedades crónicas, pero a la vez al desarrollo de la “big pharma” y el aumento de la esperanza de vida; es decir, a la construcción de “sociedades nucleares y geriátricas” con sus consecuencias socioeconómicas y medioambientales.   
Obviamente en paralelo, la dinámica ontológica continúa operando y alejándose de la dinámica política, en razón proporcional a la desesperación de sus argumentos y estrategias. 
Así, mientras por un lado la población mundial incrementa su presión sobre los gobiernos para que atiendan sus necesidades biológicas básicas, la salud y la alimentación y los coloca en la disyuntiva insoluble de asumir la responsabilidad social del Estado o no; de modificar o no sus modelos de economía política basados en el capital; por el otro lado, resuelve ella misma dichas necesidades a través de re-organizarse con base al rescate de usos y costumbres ancestrales (auto-producción campesina, medicina tradicional, solidaridad, etc).   
Por eso, ésta operación paralela significa acciones concretas en todos los ámbitos de la actividad humana y por ello, que la familia, la escolarización, la economía, la salud y desde luego la organización social entre otros, están construyendo nuevos paradigmas cognitivos y de convivencia alejados de la hegemonía económica-política actual. 
En esta frontera, se está cuestionando la característica más elemental del sistema humano, su socialización y en tanto inmanente a ella, su relación emocional con el entorno.
El desafío principal es empoderar la reflexión que coloque sobre la mesa de análisis, la inteligibilidad de las ciencias actuales y sus derivados tecnológicos a partir de sus consecuencias ecológicas y particularmente la pulsión enfermiza que los orienta hacia su industrialización.     
Escenario de reacción
Este escenario ya está ocurriendo y se caracteriza, lo he dicho, por la conflictividad social, síntoma inequívoco de revolución en los paradigmas de ésta era científico-industrial.
Desde luego es una revolución cognitiva que nada tiene que ver con el concepto de las “sociedades del conocimiento” fundamentadas convenientemente en dichos paradigmas científico-industriales y que perversamente la civilización industrial se esmera en imponer al mundo.
Se trata de una revolución intelectual antes que académica que, sin embargo, debe lidiar si quiere ser efectiva, con las mismas herramientas y en los mismos campos de la academia; por lo tanto, en esta revolución el principio elemental es el de “igualdad de armas”, tanto tecnológicas como filosóficas. 
Y la razón es muy sencilla, la única victoria posible consiste en volver a unir lo que el bando académico ha separado: la razón ontológica de la tecnología (y consecuentemente de la ciencia).          

Así, ambos bandos hacen uso de la tecnología, de la red Internet, de las telecomunicaciones, de los mass-media, de la farmacéutica, del transporte, incluso de la militar; sin embargo, solo un bando la está blandiendo en función de obtener resultados ontológicos.
No olvidemos que precisamente la ontología se ocupa de las propiedades que otorgan trascendencia al sistema humano; es decir, aquellas que gobiernan su evolución y donde obviamente el homocéntrismo y “dominar la naturaleza” son rutas antagónicas.    
Por eso, en estos resultados cabe desde la argumentación ecológica hasta la argumentación metafísica. Así, las iniciativas de rescate y protección territorial; las anti-privatización de recursos naturales como el agua; el desarrollo y aprovechamiento libre de energía renovable; las acciones anti-OGM’s; el desarrollo de software libre; de libertad de copia; de autonomía de gestión/gobierno, de mass-media comunitarios, de sistemas financieros autónomos e incluso de autodefensa; son solo algunos ejemplos de las acciones de combate que se están desplegando desde el bando ontológico.
La visibilidad es su estrategia. Todo debe ser conocido por todos, observado por todos, analizado por todos, evaluado por todos, aprobado por todos y las tácticas y medios para conseguirlo van de su publicidad y la propaganda, al espionaje y sus filtraciones. Este es el talón de Aquiles del adversario en el bando político, que trata de mantener la institucionalidad de lo oculto, lo confuso, lo caótico que gobiernan la intrascendencia de la industrialización.
Además en este escenario, la inteligencia también está siendo desafiada por factores medioambientales; esto significa que allende si los individuos poseen formación académica o no, los impactos por ejemplo del cambio climático obligan a la humanidad entera a preguntarse: ¿que está ocurriendo?, es decir, está desafiando el impulso inmanente al sistema humano por saber, por ser apto. 

El agotamiento de las fuentes de energía no-renovable (petróleo y carbon) es quizá el principal, incluso por delante del cambio climático, ya que si bien éste afecta principalmente la cadena alimenticia, su “dinámica” es observada y gestionada principalmente por los productores agrícolas; notoriamente minoritarios respecto a la población dedicada a la producción industrial y sus servicios asociados, que para colmo habitan las metrópolis y ciudades netamente dependientes de tales fuentes de energía.
Así, antes que en las zonas rurales, los conflictos desafiarán de manera abrumadora a las poblaciones urbanas, donde el desempleo y la intermitencia de oportunidades laborales, provocará la reducción del consumo de bienes, de combustibles, del transporte, de vivienda digna, etc; en pocas palabras, desquiciarán la convivencia urbana.          

Desde luego este es un escenario tipo “torre de Babel”, donde la macro-dinámica hegemónica se está derrumbando sobre ella misma a partir del debilitamiento en sus micro-dinámicas (empleo, salud, alimentación, etc) y es tan aparatoso como la “altura” que alcanzó a construir; es decir, 7,000 millones de población mundial están volviendo a nivel del suelo con diferentes estrategias..., pero están volviendo. Aquí el éxito dependerá de la inteligencia no de la academia. 
En esta dinámica intelectual relacionada con las fronteras biológicas y sociales; cuatro condiciones determinarán sus nuevos paradigmas:
  1. La administración supranacional de las fuentes de energía no-renovables. Las reservas probadas de petróleo y carbon alcanzan para satisfacer la demanda mundial (considerando 0% de crecimiento) en promedio 40 años más antes de agotarse; esto coloca la realidad mundial actual, principalmente sobre un plan maquiavélico de administración de la demanda y por lo tanto de guerras por la tenencia de dichas reservas de energía. Es obvio que el poder político de la civilización industrial, no está de acuerdo en “compartir” dichas reservas, por ejemplo, con países que las poseen en el tercer mundo para que estos dispongan de ellas en su consumo domestico o simplemente para ahorrarlas; así que por lo tanto, justifica sus acciones para expoliarlas con el sofisma de: “las reservas que administremos en el tercer mundo, alargarán nuestra sustentabilidad energética”
     
  2. El proteccionismo en la oferta tecnológica. La consecuencia inmediata de dicho agotamiento energético (casi 85% de la oferta), afecta directamente la producción y la globalización de la tecnología (casi el 90% de la oferta). Es imposible que en los próximos 40 años que restan de disponibilidad de petróleo y por lo tanto de sus derivados plásticos y lubricantes; se descubran, desarrollen e implanten en la industria y por lo tanto tecnológicamente, nuevas materias primas que permitan no solo susbtituirlos, sino principalmente “actualizar” las curriculas académicas con los “nuevos” principios científicos. Vehículos, computadoras, teléfonos celulares, cables, refacciones, material medico, pinturas, accesorios y en general todos los derivados plásticos, los combustibles y aceites, serán racionados mundialmente conforme a criterios desconocidos pero presumiblemente proteccionistas por parte de los poseedores de las reservas de energía y por lo tanto de la capacidad productiva.     
  3. La extrema vulnerabilidad cultural. Dicho racionamiento energético/tecnológico, provocará exclusión internacional y su consecuente violencia política por evitarla; incluso podrá ocurrir simplemente para proteger la propiedad de reservas nacionales. Dicha exclusión sumada a la violencia, trastornarán los usos y costumbres de las diversas culturas en los países, volviéndolos extremadamente vulnerables a motines sociales, guerras civiles y destrucción del Estado.
  4. La alta movilidad de las poblaciones. Dicho escenario de conflictos multidimensionales, provocará un incremento abrumador de los flujos migratorios. Poblaciones enteras y en condiciones de extrema vulnerabilidad material e intelectual (cultural / académica), se movilizaran en búsqueda de nuevos oportunidades sociales, expandiendo los conflictos por todo el planeta, pero agregando en su encuentro con poblaciones residentes, además nuevos factores de mestizaje e intolerancia. No es casualidad que la ONU a través de su agencia para los refugiados, esté alarmada por los niveles alcanzados en 2012 de desplazados a nivel mundial; mas de 45 millones; (prácticamente un refugiado cada 4 segundos!) y haya emitido su informe “Desplazamiento, el nuevo reto el siglo XXI”. 
Nuevo escenario de convivencia
En este escenario, la reconstrucción de la civilización habrá comenzado.
Nuevas poblaciones con nuevas condiciones de convivencia se habrán establecido y en ellas, el rescate de tecnologías ancestrales permitirá la continuidad de su sustentabilidad energética ya que; sin importar si se trata del consumo de combustibles fósiles como el carbon, gasolinas residuales, plásticos o simplemente leña, prácticamente todo podrá ser quemado y disponibilidad habrá y mucha, sin embargo; una gran diferencia será notoria: volverá a ser de manera particular, un individuo o una familia, nunca más en volúmenes industriales.
Acompañando esta técnica básica de la “fogata”, se rescatarán técnicas de cocinar con ellas; lo cual también obligará a las nuevas poblaciones a establecerse en las cercanías de las fuentes de agua, ríos, lagos y mares, alejándose de las ciudades, donde el agua estancada en tuberías y drenajes estará cada vez más contaminada.

La necesidad y provisión de alimentos obligara volver a la auto-producción y en consecuencia a la re-organización social de manera comunitaria y al amparo del conocimiento que logre rescatarse de poblaciones rurales en cuanto a las técnicas agrícolas básicas. 
Las metrópolis y ciudades no existirán más, quizá apenas algunos nuevos asentamientos precarios en torno a las antiguas fuentes de distribución de agua, pozos o tinacos elevados que serán apreciados como verdaderas joyas para la sobrevivencia.
Obviamente el entorno rural será nuevamente el punto de partida para el nuevo proceso civilizador y quizá su primer desafío intelectual será la nueva convivencia con las comunidades previamente establecidas y organizadas.
Por lo tanto, esta nueva frontera cognitiva no ofrecerá un mundo futurista como lo dibuja la ciencia ficción, de ciudades bajo un domo que provee condiciones energéticas autosustentables que simulan paraísos caribeños, con robots que deambulan al lado de los humanos, vehículos voladores, inteligencia artificial, medicamentos alargadores de la vida o cura para todas las enfermedades. No para nada.
Esta nueva frontera ni siquiera será capaz de garantizar la disponibilidad continua de electricidad y los servicios que dependen de ella como Internet, la telefonía, la televisión o la simple iluminación en las habitaciones; mucho menos de plásticos y combustibles para continuar la producción industrial de cosas tan elementales como cables, neumáticos o material medico. El conocimiento adquirido y almacenado en súper computadoras quedará ahí.
En está nueva frontera cognitiva, el ser humano se encontrará solo consigo mismo y sus recuerdos.







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