I. Reflexiones previas.

Antes de continuar, vale la pena proponer algunas reflexiones relacionadas con conceptos que parecen intrascendentes para esta bitácora pero son inmanentes al proceso evolutivo del sistema biológico humano y por lo tanto, participan en la dinámica por la cual ocurre la perturbación biológica en las tres variables propuestas. 

Evolución y Autopoiesis
Muchos hemos insistido, en el hecho estadístico de que el hombre ha vivido el 95% de su historia evolutiva dedicado a la caza y la recolección y, que es apenas en el restante 5%, es decir, los últimos 5,000 años, cuando la dinámica, que ya podemos considerar civilizadora, le permite registrar de manera perdurable, la sucesión de eventos por los cuales desarrolla las tres variables analizadas en esta bitácora. 
En mi ensayo sobre “La Dirección” (2011), proponía aceptar la “Autopoiesis” planteada por el biólogo chileno H. Maturana, como un concepto científico fundamental para entender porque y para que, los seres humanos se producen continuamente a si mismos, no solo biológica, sino culturalmente.
Haciéndome eco de su razonamiento, dicho concepto modifica la tradición de entender a los seres vivos como un conglomerado de células que se comportan simplemente como sistemas termodinámicos; ya que ahora asume en ellos, “condiciones de compromiso” que los caracterizan como organizaciones teleológicas. 
Maturana advierte que la conservación de la autopoiesis y la conservación de la adaptación son condiciones necesarias para la existencia de los seres vivos. Y por ello aclara, que no existe la “selección natural”, entendida como la sobrevivencia del “más” apto; existe la sobrevivencia del apto, punto; el comparativo “más”, pertenece a las descripciones de quien observa, no de lo observado, al igual que la idea de “algo” intangible que selecciona. 
Así entonces, he propuesto que la Evolución es un proceso por el cual, el Universo -para mantener su propio equilibrio energético-; perpetúa entre los sistemas que va constituyendo, la determinación a permanecer acoplados.
En otras palabras, la Evolución es la condición inmanente a todos los sistemas del Universo, que se manifiesta como el acoplamiento continuo que logran mantener entre ellos, a través de desarrollar aptitudes; de producirse a si mismos continuamente (Autopoiesis). 
Por lo tanto, el sistema humano integra como parte de esta dinámica autopoietica, su particular gestión de la tecnología, la orfandad y la ruta.     
Un aforismo más sencillo es decir: “la evolución es el entorno y viceversa
Sistema y Entropía
Recordemos que un Sistema, es una estructura integrada por diversos procesos (dinámica) que transforman energía entre si de manera coherente para producir movimiento; observable a simple vista como puede ser caminar o, no-observable a simple vista como sería una señal nerviosa. 
También recordemos, que los sistemas no producen energía, simplemente la adquieren desde el entorno (otros sistemas) y la transforman; por lo tanto, el entorno (Universo) mismo es simplemente energía.
Esta energía que los sistemas adquieren del entorno para la operación de sus procesos, implica que la transformen indefectiblemente de dos formas: la primera en trabajo (movimiento) para sostenerse a si mismos como sistemas y la segunda nuevamente en energía pero disipada, es decir, que reingresa al entorno, donde será adquirida por otros sistemas. 
Por eso, en tanto el sistema jamás puede utilizar el 100% de la energía que adquiere para producir trabajo (pues una parte la disipa); está obligado a permanecer acoplado con el entorno, para adquirirla continuamente y poder así continuar sosteniendose como sistema. Esto significa sin embargo, que la alteración en su demanda (saturación o déficit), provoca la alteración en toda la red de sistemas (el entorno). 
Así, el Universo mantiene su equilibrio re-definiendose continuamente; es decir, haciendo que los sistemas tarde o temprano se reorganicen, volviendo a esa condición dominante en él, el azar.
Es por ello que se dice que el Universo maximiza su entropía, es decir; evita sostener sistemas eternos. En términos biológicos, esta reorganización hacia el azar, se manifiesta mediante el evento que llamamos muerte.       
Dos características fundamentales de la entropía son por lo tanto, que solo ocurre en un sentido y que es irreversible. En otras palabras, los sistemas en razón de su determinismo a reorganizarse, solo pueden operar hacia tal reorganización y nunca pueden revertir tal operación. 
Así por ejemplo, en los sistemas biológicos, ese sentido es la ruta que va de su nacimiento hacia su muerte y es irreversible, porque de un cadáver no puede regenerarse el mismo Ser que estaba vivo. 
Pero los sistemas he dicho, son procesos que operan entre si de manera coherente, por lo tanto, cada proceso determina su propia entropía y la suma de todas ellas, produce la entropía del sistema
Es fácil entender entonces, que por ejemplo; en el sistema humano, su entropía total, será la suma de las entropías de sus diversos procesos orgánicos (mental, cardiaco, digestivo, muscular, óseo, sanguíneo, etc.), cada una de las cuales a su vez, serán la suma de sus correspondientes entropías celulares. De ésta manera, la simple afectación celular (presión osmótica, nutrientes, mutación, etc.), alterará la entropía del proceso orgánico correspondiente y este a su vez la del sistema integral (ser humano). 
Igual sucede con el planeta, donde las variaciones en las entropías particulares de cada uno de sus eco-sistemas, impacta en la entropía total de la biosfera.
Por lo tanto, con su particular gestión de la tecnología, la orfandad y la ruta, el sistema humano habrá de impactar sus entropías particulares y en consecuencia su entropía total.  
Demografía y civilización
Desde su inicio, los registros acerca de la civilización humana han incluido el censo de su población como variable fundamental para poder comprender las dinámicas culturales.
Esos datos demográficos, permitían entonces a los gobernantes implementar políticas de todo tipo, desde fiscales para la recaudación de impuestos, hasta territoriales por las cuales se planificaban los barrios en las ciudades o los usos para las tierras (cultivos, ganado, minería, etc). En pocas palabras, permitían desarrollar las culturas (usos y costumbres).
Si bien el estudio de la población tuvo aproximaciones importantes en la antigüedad respecto a otros factores que fueran más allá de la densidad poblacional (censo), como el análisis histórico de los datos o el contexto ecológico que los enmarcaba; se puede decir que todo ese conocimiento desapareció o se extravió con la expansión del imperio Romano, para quien el conocimiento solo fue importante en razón de su pragmatismo y no de su análisis filosófico.   
Fue hasta muy avanzada la edad media que mantuvo a Occidente sumergido en el oscurantismo más atroz; cuando estudiosos Arabes de la mano con la expansión del Islam, tuvieron acceso al conocimiento de la Hélade que había sido rescatado y conservado allende las fronteras del imperio romano, el cual, no solo estudiaron y tradujeron, sino ampliaron aportando su propio conocimiento de las culturas semíticas y las experiencias de su relación vecinal con Africa y Asia.                   
De entre todos ellos, sobresale Ibn Khaldoun, quien en la época de Al-Andalus (1330 dc) escribe su obra “Los Prolegómenos” y en ella asume el tema de la población humana como un sistema mundial y no como individuos o culturas aisladas. Así, presenta escenarios de análisis demográfico realmente avanzados, como el efecto del clima en la civilización o el efecto recursivo de está sobre ella misma. 
Posterior a él, los estudiosos de la demografía me atrevo a decir que en general han seguido sus pasos, siendo quizá uno de los más influyentes el ideólogo victoriano liberal Thomas Malthus, quien alrededor del 1800, propone una teoría cuya síntesis sería que; solo los grupos humanos que producen (industrialmente) pueden sobrevivir. En su obra “primer ensayo sobre la población”, asocia crecimiento poblacional con crecimiento tecnológico en términos de ingreso per capita; por ello, concluyó alertando un desequilibrio que provocaría el crecimiento de la población por encima de la disponibilidad de alimentos (cuyos productores estando bajo el nivel de ingreso per capita tienden a reducirse porque migran hacia los “ingresos tecnológicos-fabriles”) y entonces ocurriría una crisis apocalíptica.
A partir de su influencia, las reflexiones sobre la demografía humana mantienen una tendencia hegemónica hacia el catastrofismo; ya sea porque pronostican la terminación de fuentes de energía o porque pronostican tal saturación poblacional; que las guerras, hambrunas y enfermedades regresarían la civilización humana a la edad de piedra.
Esta tendencia, ha provocado la curiosidad de otra disciplina particularmente amante de estudiar y analizar tendencias con profundo rigor científico; las matemáticas. En ella sobresale el estudio más reciente de los autores rusos, Andrey Korotayev, Daria Khaltourina y Artemy Malkov; “Introduction to social macrodynamics: Compact Macromodels of the World System Growth
Con base en la sinergética propuesta por Chernavskij y su relación con las dinámicas a nivel macro altamente deterministicas; Andrey Korotayev et al; se colocan en el terreno del “Sistema Mundial” y proponen una serie de premisas y ecuaciones que permiten observar gráficamente, el comportamiento del crecimiento demográfico, no solo a nivel global, sino también históricamente (incluido su futuro inmediato).  
En mi opinión sin embargo; la hoy la llamada globalización, representa tal proceso de homogeneización político-económico que, obliga a revisar si aún existe la naturaleza caótica en las micro-dinámicas demográficas (culturas, individuos, etc) o si ya han dejado de serlo y en realidad estamos frente a un crecimiento demográfico que es simple metástasis de una sola dinámica.       
Por lo tanto, ya que el sistema humano otorga o no riqueza a su civilización, a partir de la diversidad como gestiona la tecnología, la orfandad y la ruta, confirmar que se encuentra en ésta dinámica homogeneizadora, hace que hablar de civilización se vuelva ya dudoso; peor aún, de desarrollo de la humanidad.
Realidad y Conocimiento
Ya he dicho que el ser humano es simplemente un fenómeno de la realidad
Pero, ¿que es ésta realidad?
La realidad es una distinción que declara el propio ser humano, es decir: el ser humano se construye real a si mismo; por lo tanto, la realidad es un fenómeno lingüístico. 
Biológicamente, se construye real cuando declara que está constituido por materia, la cual a su vez lo está por átomos y así sucesivamente, en un proceso de reducción físico-química, que finalmente se topa con un vacío, en el cual, le es imposible seguir avanzando en tanto es incapaz de orientarse, porque deja de percibir (natural o tecnológicamente) estímulos.     
Psiquicamente, se construye real cuando declara que está vivo. Después debatirá acerca de si estar vivo es producto de su razón o si ésta es producto de estar vivo.
Este también es un proceso de reducción, solo que parte de su estructura mental y va desmenuzando conocimientos, hasta toparse también con un vacío, en el cual, le es igualmente imposible orientarse porque, a pesar de percibir permanentemente estímulos (ideas), deja de encontrar respuestas a ellos, deja de poder conocer  
Hay que aclarar sin embargo, que éste último aspecto es inherente al biológico, con lo cual, dejar de conocer es equivalente a dejar de lograr coherencia racional y por lo tanto coherencia operacional del sistema nervioso; así la incapacidad biológica para continuar percibiendo estímulos, conlleva la incapacidad racional de conocerlos e incluso, su posible intuición, encuentra la incapacidad biológica para confirmarlos.
Por lo tanto, la realidad es una abstracción lingüística de fenómenos físico-químicos que permite al sistema humano elegir sus propios movimientos; construir su dinámica para transformar energía. Este principio tan simple es el mecanismo para ser apto.
En otras palabras, la participación del ser humano en la biodiversidad, está acotada a la socialización en el lenguaje, de su hacer biológico: nutrirse, conocer y reproducirse. 
Además, estas tres dinámicas biológicas no pueden ir más allá de su propio determinismo genético; por ejemplo, el ser humano no puede alimentarse con piedras, tampoco puede conocer como bacteria y mucho menos puede engendrar nada que no sea su misma especie. Es decir, él no puede determinar la biodiversidad.   
Sin embargo, lingüísticamente si que puede hacerlo y el proceso se conoce como alienación. Por ejemplo, la reproducción humana implica la reproducción cultural, así que puede promover globalmente, la reproducción de la cultura “Mc Donalds” y su hacer biológico asociado a grasas, sal y gaseosas (la industrialización de alimentos y su colofón medioambiental).  
Por eso, no es equivalente hablar de 7,000 millones de población humana, que hacerlo de 7,000 millones de población “Mc Donalds”. En términos de construcción de la realidad y sobrevivencia del sistema humano, la diferencia es un asunto esjatológico.
La pretendida saturación poblacional, no debe entenderse por lo tanto, como un problema biológico, sino como un problema cultural. 
De esta manera, el hambre, el desempleo o la ignorancia son producto de la alienación globalizadora que impone un modelo político-económico homogeneizador y que culpa a la biodiversidad; es decir, a la tasa reproductiva o a los desastres naturales.      
Es posible entender entonces, que “conocer” es un proceso a través del cual, el sistema humano registra los datos-captos que percibe en cualquier experiencia y que le permiten elegir su participación en ella; construir su realidad.
Decía Aristóteles que todo hombre desea naturalmente saber y que saber, es conocer fundamentalmente, es decir, por causas y razones. Por eso el sistema humano ha venido desarrollando cualitativamente sus saberes desde su aparición evolutiva; del conocimiento fenoménico, y de las causas inmediatas llegó al conocimiento científico.  
El desafío que representa el problema del “conocimiento”, es entonces la historia misma de la filosofía y la del hombre.
Así, “conocer”, es volver inmanente al sistema humano, lo que se le presenta con carácter de alteridad; el “no-Yo”. Una relación, por la cual un sujeto y otro sujeto/objeto se ponen en contacto y juntos engendran lo “conocido”. 
Por eso, el “conocimiento” es una realidad de segundo orden; ya que es un producto por si mismo e irreductible, que se engendra de dicha relación entre dos realidades de primer orden (los objetos o sujetos, por si mismos e irreductibles). 
Sin embargo, la presencia ineludible de la intuición somete la relación a una tensión permanente entre lo conocido y lo desconocido. Entre el genoma conocido y lo desconocido del genoma; entre el “Yo” conocido y lo desconocido del “Yo”.
Pero conocer no es saber; para ello, conocer implica volver inteligible. 
Conocer a María no es saber que es María; apenas a lo sumo, el “Yo” sabe que puede elegir si retroalimenta o no su acto cognitivo. Esta “retroalimentación” es la semilla de la inteligencia; es decir, por la cual se aprehende el porque y para que ocurren los sujetos u objetos; es hacerlos inteligibles, sobrepasando la experiencia sensorial.  
Por lo tanto la realidad solo emerge cuando ocurre el acoplamiento ontológico (inteligible) con lo “conocido”; de otra manera será solo apariencia. 
La superficialidad de lo sensorial, en tanto primer punto de contacto de nuestra estructura biológica con lo externo, provoca que las comodidades se transformen en prioridades cognitivas. Donde elegir se supedita a los usos y costumbres de la sociedad, de tal manera que no importa cuanto “conocimiento” se acumule, al no volverlo inteligible, nos hace simplemente operativos y no directivos dentro del grupo social.   
La apología de estos conocimientos “sin inteligencia”, son los contenidos que se dispersan a través de los medios masivos de comunicación y se integran a las dinámicas sociales, como fundamentos culturales.
Esta dinámica operativa destruye la realidad y la substituye por apariencias que alejan al sistema humano de la inteligencia y construyen en él, estupidez. Se trata de apariencias que generan improntas de aprendizaje biológicas, sociales y personales, que perpetúan la dinámica alienante.
La alienación confirma también otra característica inmanente al conocimiento, su emocionalidad; es decir, todo conocimiento posee emocionalidad
Por lo tanto; la tecnología, la orfandad y la ruta serán inteligibles para el sistema humano, en la medida que aprenda a gestionar sus estados de ánimo para transformarlos en saber. 



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