XI. Frontera Biológica


La frontera biológica, es desde luego una frontera biodiversa. Sin embargo, es posible distinguir en ella dos dinámicas evolutivas, que aunque están conectadas, afectan de manera distinta al sistema humano; una es externa, el entorno o ecosistema donde se desarrolla y otra es interna, entre las estructuras que integran el sistema humano.
Abordar ambas, es tarea titánica impropia de esta bitácora, por ello solo me ocuparé de la dinámica interna.
Esta dinámica, en su comprensión más general, también permite dos posibles ubicaciones para observarla y analizarla; una desde la óptica netamente biológica, es decir, de su estructura y fisiología natural y la otra desde la óptica cibernética, es decir, del diseño e ingeniería que pretende imitar tal biología.


La dinámica natural
Enfrenta múltiples desafíos evolutivos en el presente, relacionados todos con la hegemonía global de la civilización industrial (si bien existen poblaciones ajenas a dicha civilización, su casi nula representación en las estadísticas oficiales; les hace intrascendentes). Por lo tanto, es posible afirmar que hoy la evolución biológica del sistema humano, está condicionada por la industria.
Alimentación, actividad física, reproducción y hábitat son dinámicas netamente pro-occidentales en términos culturales. Gas, plásticos, fertilizantes, vehículos, televisores, urbanizaciones, supermercados, medicina alópata, fast-food, celulares y computadoras, etc, etc; solo representan elementos de interacción físico-química “no-naturales”, con los que la biología del sistema humano convive cotidianamente, es decir; radiación electromagnética, moléculas sintéticas, mezclas, gases, recipientes o conservadores industriales, combustibles fósiles, etc, etc.
Es obvio que el bombardeo de todo ello es literalmente estresante y por ello destructivo. Cancer, diabetes, hipertension, obesidad, enfermedades psiconeuro-degenerativas y un larguísimo etc, solo son expresión visible del impacto biológico que produce tal bombardeo; sin embargo, el impacto más grave ocurre evolutivamente, ya que al aumentar la población con padecimientos crónicos y la diversidad de estos; la probabilidad de mutagenesis aumenta y con ello, la de transformarlos en herencia evolutiva.
Aquí, el indice de “esperanza de vida” pierde sentido porque depende 100% de la tecnología industrial (medicina y prótesis), lo que en pocas palabras significa, una extensión de la demanda de salud por encima de la vida productiva; es decir, de la demanda farmacéutica y los presupuestos para salud, por encima del PIB. Un desequilibrio demográfico con graves consecuencias en el actual modelo de economía política en los países.  
La dinámica cibernética
Es importante recordar que la tecnología es inmanente a la biología del sistema humano, pero es igualmente importante distinguir entre tecnología artesanal y tecnología industrial; así, una cosa es referirse al uso medicinal del sauce blanco y otra al uso medicinal de la aspirina. 
Por lo tanto, esta dinámica se diferenciá de la anterior y su obvia relación con la tecnología industrial, porque en ésta, interviene el diseño o ingeniería sobre la biología del sistema humano con el objetivo de “trascenderla”. 
Esta trascendencia implica “construir una nueva y superior especie evolutiva”; digamos el “homo sapiens plus”, pero paradójicamente, por voluntad del propio homo sapiens.
Por lo tanto, esta dinámica es refractaria a la biodiversidad y su ecología, ya que pretende  producir evolución a partir del conocimiento científico (tecnología); es decir, de un marco epistemológico particular y exclusivo, cuyos limites son entre otros:     
  1. La voluntad. Ya que pretende una “evolución administrada” por la voluntad humana, en la cual, la intervención de la Naturaleza está sujeta a su dominio.
  2. El razonamiento inductivo o abductivo. Ya que pretende que lo “superior” dependa del diseño y construcción que realice lo primitivo.
  3. Homocentrismo. Ya que pretende “trascender” su incapacidad para integrar el entorno y por lo tanto, su propio compromiso ontológico con la ecología (el sistema humano solo es pieza ecológica, no la ecología).
  4. La escala de valores y creencias occidentales. Ya que pretende construir la “evolución del homo sapiens”, conforme a los principios de organización social, administración política, estrategias económicas y autoridad religiosa, vigentes en la civilización occidental 
Entonces y en tanto es una dinámica netamente occidental, parece más adecuado hablar del “homo vespertinus” y, en razón de ello, de sus limitaciones científico-tecnológicas y en consecuencia, ideológicas.


Así, una simple mirada a este nuevo “homo vespertinus” nos ofrece la visión de una sofisticada estructura tecnológica, la cual, sin embargo, es solo la manifestación más grotesca de lo que la ciencia occidental de vanguardia, comprende ya no como ser humano, sino peor aún, como su especie evolutiva superior.
Y es que este “homo vespertinus”, allende las limitaciones metafísicas que preconizan su valor evolutivo, está ineludiblemente limitado por factores físico-químicos tales como: capacidad intelectual, nutrición, fisiología y materiales.
Pero ¿es imprescindible la interacción físico-química?, por supuesto que sí pues todo en el Universo es energía, es decir, interacción físico-química. Hablar de baterías no es lo mismo que hablar de metabolismo.
Pero esto ya lo sabe la ciencia occidental, así que a partir de una conveniente fe en su intuición, alimentada desde luego por la retórica judeocristiana de “creado a imagen y semejanza divina”, encuentra para ella una justificación racional y la llama: singularidad.
La “singularidad”, consiste simplemente en la apuesta científica occidental para que alguno de los experimentos o construcciones que realiza, traspase el punto de frontera entre la inteligencia humana y lo que seria una “inteligencia suprahumana”; un punto a partir del cual, el ser humano dejará de ser la especie evolutiva superior y pasará a ser dominada por tal “singularidad” (otros la llaman “explosión intelectual”).
Desde luego estamos frente a la más hilarante manifestación de la epistemología  científica occidental; sin embargo, para su civilización, la fe en ella alcanza el valor sagrado de una epifanía y aprovechando su poder hegemónico, moviliza el conocimiento mundial hacia tal apuesta.
Hoy más que nunca, todas las ciencias de la vida están inmersas en una vorágine por conseguir imitar la biología del sistema humano (células, tejidos y órganos) y de manera sobresaliente, en tanto ninguna relación tiene con la vida, la cibernética, que a través de la inteligencia artificial pretende imitar la inteligencia, donde se asume, existe la fuente para que ocurra tal “singularidad” 
Pero la inteligencia artificial, es solo un divertimento pseudo-científico, que pretende generar inteligencia a partir de las matemáticas. Considera que la “semilla” de la singularidad, es una especie de coctel donde se combinan, nano-computadoras y lenguajes de programación; capaces no solo de almacenar todo el conocimiento de la especie humana, sino además analizarlo y tomar decisiones; la principal de ellas, “auto-mejorarse y auto-replicarse”.
Sin embargo, no deja de ser paradójico que con más de 100,000 años de historia, el supuesto diseñador y programador humano, aun no logre explicar la consciencia humana o por lo menos, los objetos y su fenomenología para plasmarlos en el “algoritmo creador” que disparará la singularidad.
Escenario de reacción
La salud, entonces, es el problema central que se pretende resolver. La salud, no solo como variable sine-qua-non para la evolución, sino principalmente para la sobrevivencia de la especie.
Esto desata la complejidad en la reacción, porque enfrentando a la opción tecnológica, emergen las alternativas del “rescate de la vida sana” y de la “protección de los santuarios indígenas”, ambas con poderosas implicaciones sobre la hegemonía de la civilización industrial y particularmente sobre la comprensión de la biosfera. 


Así, el escenario se transforma en un campo de batalla ideológico donde se enfrenta consigo misma una sola especie, el homo sapiens y donde las fuerzas antagónicas que se confrontan son las dos maneras de comprender la biosfera; como individualidades o como interconexiones.  
Paralelo a los intereses industriales que buscan depredar más y más recursos naturales para alimentar los crisoles de la manufactura y la innovación tecnológica; emergen los intereses por proteger la Naturaleza y rescatar la convivencia ecológica. Nunca como ahora un bando pretende apropiarse y expoliar ríos, minas, selvas o bosques; pero también nunca como ahora, otros seres humanos se trasladan a las montañas y los bosques, se unen a las comunidades originarias o simplemente protestan en las ciudades, para oponerse por todos los medios a tal expoliación.     
Hoy más que nunca es realidad la nueva era geológica de la Tierra, la noósfera. Ella es el contexto donde se desarrolla la reacción y donde su propia fuerza evolutiva está absorbiendo esa parte, quizá ya no mayoritaria, pero aun significativa de la humanidad, que por ignorancia o desidia, permanece aún sin elegir su bando.
Por eso, este escenario de reacción bien puede entenderse también como escenario de transición. Si el siglo XX, fue el más aciago para la humanidad y la biosfera; este siglo XXI, será mucho antes de que termine, donde ocurra la transición a una nueva era de convivencia. 
Desde luego no será una transición pacifica, los intereses industriales consolidados por más de 100 años, no van a permitir fácilmente ser desplazados por un nuevo orden social humanista y ecológico que pretende, dicen ellos, negarles todo aquello sobre lo que se han erigido. Los riesgos son muchos y buena parte de ellos, con alta probabilidad de ocurrencia; así, guerras, hambrunas y epidemias serán tan comunes como lo serán la migración, la vigilancia o la autodefensa. 
Por otra parte, la intervención de la dinámica externa (que no he analizado aquí) es ineludible en la definición de ésta frontera biológica y todo indica que será agresiva hacia el ser humano; de manera general las dos grandes dinámicas que ocurren en la biosfera actual: el calentamiento global y la contaminación, están ya provocando mundiualmente la desertificación de territorios, la alteración de las dinámicas agrícolas y la proliferación de gérmenes, bacterias y virus.    
Más allá entonces de las soluciones que se buscan para el problema central de la salud; resulta obvia la alta probabilidad de que ocurra la extinción de grandes núcleos de población, sin distinguir si pertenecen al primer o al tercer mundo y de que sea simplemente por causas biológicas originadas en la pobreza, experimentos o ataques que engendran los intereses industriales.             
Nuevo escenario de convivencia
La emergencia de este escenario, como todo evento en el Universo, no ocurrirá en un momento determinado, sino que se va construyendo sobre la obsolescencia de procesos que alcanzan su máxima entropía. 
Por eso, este escenario obliga a que la humanidad entera logre minimizar o anular todos los riesgos biológicos analizados que hoy le amenazan. Ello no significa una victoria sobre las enfermedades humanas, sino la consciencia de los factores que las cultivan; tampoco obviamente la esperanza de “vida eterna”, sino igualmente, solo la consciencia del ciclo de la vida.
Este nivel de consciencia, por lo tanto, se va construyendo y, dada la naturaleza individualista del actual modelo “social” hegemónico, parecerán un desafío inalcanzable; sin embargo, desapercibidas microdinámicas ya están operando y están modelando una macrodinámica, por la cual, la consciencia de todos los seres humanos está “evolucionando” hacia un nuevo paradigma biológico, el holismo ontológico. 


Del coaching empresarial a la proliferación de ONG’s y de los movimientos de “indignados” a la reivindicación de los pueblos originarios; toda la humanidad ya está  implicada en la construcción de una nueva convivencia. Las teorías del gran físico colega de Einstein pero anatemizado por USA; David Bohm, son sin duda alguna, la explicación más desafiante para este nuevo paradigma biológico.  




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