XIV. CONCLUSIONES

En el inicio de esta bitácora, comencé afirmando que:
  • Por la tecnología; ocurre la destrucción del conocimiento
  • Por la orfandad; la destrucción de la sociedad
  • Por la ruta; la destrucción de su cultura
Y que la concomitancia de tales perturbaciones biológicas produce, por lo tanto, una alteración del natural proceso migratorio, transformándolo en una dinámica que destruye los fundamentos de la actual civilización humana.
Esto es así, porque si bien el proceso migratorio como dinámica constructora de aptitudes, es biológicamente inmanente a todo lo vivo, su transformación en una dinámica de escape global, es simplemente la condena a la hegemonía de la actual civilización industrial.
Por lo tanto y conforme la bitácora ya registrada es posible afirmar, como principio rector para las conclusiones siguientes que: “El crecimiento hiperbólico de la población mundial y la conmoción ecológica que provocó, tiene un correlato ineludible con la industria petrolera desde el inicio del siglo XX”. 
Sin el petróleo, el crecimiento industrial (tecnológico) no habría sucedido y en consecuencia tampoco el crecimiento de la población. Sin embargo, de ambas variables, petróleo y población, solo ésta última puede especularse con tendencia al infinito; el petróleo es netamente finito. 
La actual relación concomitante de la población mundial con el petróleo, conlleva a que prácticamente el 100% de su actividad, biológica y productiva, dependan de la disponibilidad del petróleo.
Esto significa que el agotamiento de la oferta de petróleo, destruye prácticamente toda actividad industrial y literalmente desemplea a la población relacionada con ella. Colapsa la civilización industrial.
Y 40 años solamente, de acuerdo con los pronósticos más optimistas, es el tiempo fatal que tiene la humanidad para modificar está dinámica actual. Peor aún, si bien la tasa de crecimiento de población es desde 2003 menor que la de 1950 y quizá hoy ya sea similar a la de principios del siglo XX, la población continúa aumentando y con ello la demanda de energía.
Por lo tanto, el déficit de reservas respecto a la demanda crece cada día amenazando con adelantar dicho tiempo fatal; de hecho, el descubrimiento de nuevas reservas mundiales, no garantiza siquiera reducir tal déficit, mucho menos anularlo. 
Más aún, la perversidad de la moda actual para acudir a los yacimientos de petróleo y gas shale (esquisito), resulta apenas un paliativo para la creciente demanda mundial; pero que en contraparte, suma un abanico aciago de nuevas amenazas a las sociedades del planeta que potencia su vulnerabilidad, particularmente en aquellas que hayan iniciado su crisis post-petrolera; ya que entre otras, ahora tendrán que enfrentar: a) el reordenamiento de grandes territorios y su consecuente impacto ecológico; b) el desplazamiento y redistribución de poblaciones con su consecuente impacto social y c) la formula fatal “exigua rentabilidad / inversiones colosales” con su impacto en la economía local y mundial (si se consideran las inversiones externas). 
Por otra parte, de acuerdo al informe de la ONU sobre el “estado de la población mundial en 2011” el promedio mundial de la población urbana (naturalmente asociada a la actividad industrial), equivalía al 50%. Sin embargo, una mirada más detallada, muestra por ejemplo, que en Latinoamérica y el Caribe este porcentaje alcanza casi el 80%. 


Es obvio que simplemente imaginar el 50% de la población mundial desempleada a partir de 2050 (tiempo estimado para el agotamiento del petróleo), produce escalofríos; peor aún si imaginamos que dicho porcentaje y las ciudades donde habita, dependen al 100% de energía que deriva del petróleo; con lo cual el escenario no es solamente de desempleo; sino principalmente de inviabilidad para sobrevivir en las ciudades; de colosales e impredecibles migraciones escapando de ellas y sin un plan en la mano.
En este análisis, llama la atención el trabajo de “Metrópolis”, una asociación internacional creada en 1985 conforme a la ley francesa, con poderosa influencia en la cooperación y en la toma de decisiones político-empresariales en mas de 120 metrópolis (ciudades con mas de 1 millón de habitantes); la cual sin embargo, en su “plan estratégico” propuesto no considera por ningún lugar el agotamiento del petróleo y la crisis social-energética que provocará precisamente, en las metrópolis.   
Este horizonte de crisis, obliga entonces a proponer las conclusiones en tres dominios que aunque están plenamente integrados, es conveniente describir por separado:     
Dominio Energético
Relacionado con la tecnología, en este dominio sobresalen tres procesos que conforman la columna vertebral energética en cualquier civilización para la sustentabilidad de su acoplamiento con el entorno: la escolarización, la urbanización y la producción. 
Sin embargo, es posible afirmar sin temor a equivocarme, que en la civilización industrial,  un artificio, el motor de combustión interna, gobierna estos tres procesos y la erige como un organismo cultural adicto al petróleo, que hoy, ante el inminente agotamiento del mismo enfrenta una crisis terminal.
De las curriculas escolares a las legislaciones para administrar su diseño, uso y eficiencia; todas las dinámicas de la civilización industrial orbitan alrededor de él. Refinación petrolera, electricidad, fabricas, transporte, alimentación, salud, vivienda, etc.     
Culturalmente, esto significa que desde las políticas educativas hasta las políticas medioambientales; todo en el Estado opera para garantizar los paradigmas industriales, que hace posibles el motor de combustión interna; la explotación, la manufactura y el consumo.
Pero hoy, esta colosal y hegemónica dinámica cultural esta ya sentenciada al agotamiento de la fuente de energía que la sostiene y esto significa una sola cosa; que el plazo fatal de 40 años está ya corriendo para que se libere del artificio que la gobierna.  
Esta liberación no consiste desde luego, en apostar a la substitución del petróleo por energías renovables dejando intacto el modelo industrial. Obviamente es imposible hacerlo.
Sin petróleo el motor de combustión interna es obsoleto; su principio operativo, la combustión, que difícilmente puede ser alimentada con algún substituto no es el problema principal, sino la lubricación. 
Esta obsolescencia del artificio, se expande entonces hacia los tres procesos que gobierna: la escolarización, la urbanización y la producción; en pocas palabras, derrumba la civilización industrial.


Para sobrevivir, no solo tendría que inventarse un nuevo “motor” que opere con algún tipo de nueva energía; sino además tendrían que inventarse nuevos materiales que substituyan a todos aquellos derivados del petróleo; plásticos (cables, neumáticos, envases, juguetes, computadoras, televisores, tuberías, pinturas, pegamentos, accesorios, etc.) y lubricantes (aceites, grasas, refrigerantes); por lo tanto, todos aquellos elementos que producen fricción y altas temperaturas.
Peor aún, primero tendrían que modificarse las curriculas escolares y desde luego los paradigmas del diseño y la construcción basados en la industria (materias primas, arquitectura, ingeniería, medicina, administración, leyes, etc.). 
Es obvio que el plazo fatal de 40 años ya no puede evitar el derrumbe industrial e incluso tampoco puede garantizar la transición hacia un “progreso” basado en energía renovable. 
La energía solar, eólica, nuclear, etc; hoy solo pueden ser gestionadas a partir de equipos y principios 100% dependientes de procesos industriales; paradójicamente, basados en el petróleo (paneles, cables, circuitos, motores, lubricantes, etc.).         
Por eso, cambios tan elementales como; el rescate y promoción de oficios y técnicas artesanales; nuevos modelos educativos para la era post-petróleo; etc; son solo algunos ejemplos de las acciones que ya deberían estarse implementando.
Dominio Social
Relacionado con la demografía, en este dominio sobresalen tres de los mecanismos fundamentales que modificarán la población mundial; la alimentación, la vivienda y la economía. Obviamente la salud es un tema importante, sin embargo, considero que es un factor contingente a partir de dichos mecanismos. 

La industrialización de la producción de alimentos, prácticamente cubre todo el abanico de aquellos que consume el ser humano, carnes, granos, hortalizas, especies, aceites, frutos, hongos, o fermentados y sus productos derivados (azucares, harinas, grasas, zumos, deshidratados, etc).
Todos son procesados, conservados y distribuidos no solo de manera masiva, sino principalmente a partir de tecnología que depende 100% del petróleo. Desde los combustibles y aceites que permiten proveer electricidad a las lineas de manufactura o para los vehículos de transporte, hasta los plásticos con los que se fabrican envases, tapas, etiquetas, embalajes, etc; todo es dependiente del petróleo. 

Incluso la producción artesanal o de “huerto familiar”, esta relacionada con el petróleo a través, por ejemplo, del combustible que hace funcionar la bomba que extrae el agua del pozo, de la manguera o recipiente para riego, las bolsas, cajas o cajones de plástico para empacar los productos y obviamente en el combustible de los vehículos de transporte, lonas o lazos que se usan en caso de su comercialización en mercados tradicionales.
En el caso de la vivienda ocurre lo mismo, el 100% de los materiales y accesorios han sido producidos industrialmente, es decir, a partir del petróleo y sus derivados; tuberías, cables, varillas, cemento, pinturas, sanitarios, grifos, tinacos, televisores, cafeteras, muebles, cocinas, lamparas, computadoras, etc, conforman elementos básicos de una unidad habitacional; incluso también las chabolas y cabañas rurales, hoy utilizan mayoritariamente elementos constructivos derivados del petróleo como techumbres de laminas, lonas y lienzos plastificados, tuberías y cableados, etc.  
Y toda esta actividad productiva y de servicios asociados; conforma en si misma, la dinámica económica predominante que caracteriza a las sociedades del planeta. Salvo  excepciones de aquellas inaccesibles en las selvas y bosques tropicales; del campesino hasta el gobernante y del chalet a la chabola; todo absolutamente todo funciona a partir de la economía del petróleo.
Eso significa que, si se está consciente del plazo fatal de 40 años que la humanidad tiene para cambiar tal dinámica; desde hoy debería implementarse el cambio de paradigma en al menos tres áreas sociales fundamentales: la organización política, la salud y la alimentación; que serán si duda alguna, las primeras en enfrentar desafíos masivos al momento de colapsar el empleo y la viabilidad urbana.
Cambios tan elementales como; el rescate de las responsabilidades sociales del Estado; la promoción del trabajo comunitario y solidario; los estímulos para el rescate y desarrollo de practicas medicinales ancestrales o; la promoción de la auto-producción alimentaria, de granjas comunitarias; son solo algunos ejemplos de las acciones que ya deberían estarse implementando.     
Dominio Ecológico
Relacionado con la biosfera, en este dominio sobresalen tres áreas en las que el sistema humano está obligado a implementar acciones que, rescaten primero y garanticen después, su sustentabilidad ecológica, ellas son: la capacidad de carga, la contaminación y la domesticación.
Durante el desarrollo de la bitácora, traté el tema de la capacidad de carga y el sofisma científico que propone a la tecnología como “potenciadora” de la misma, en tanto le permite al sistema humano aumentar su consumo de energía en los diversos ecosistemas donde habita y por lo tanto, aumentar su población en ellos.
Está claro que no es así; la “tecnología” según el modelo industrial, es netamente depredadora del entorno y precisamente hoy que enfrenta su debacle -el agotamiento de su fuente fundamental de energía, el petróleo-; la víctima principal es la población, la cual no solo ya no puede distribuirse de manera planificada hacia otros territorios porque ahora está obligada a migrar masivamente; sino peor aún, al multiplicarse ésta dinámica por todo el planeta; la migración mundial se convierte en un choque caótico de flujos de población, que confirman los principios de la sinergética y permiten analizarla como una macro-dinámica que para empezar, está “conduciendo” la consciencia mundial hacia el rescate de la coherencia ecológica.
Por eso las ciudades, desde la revolución industrial y aún hoy, aparentes minas de oportunidades de empleo, solo son en realidad, gigantescas lineas de obreros de la manufactura (material, académica o administrativa), que alienados con la idea del “éxito”; hoy se desasosiegan al verse obligados a migrar.
Además, en esta caótica dinámica migratoria, el consecuente aumento en la demanda urbana de materiales y servicios se manifiesta indefectiblemente sobre las zonas rurales aumentando su precarización. La perdida de territorios, ya sea por abandono o para su re-ordenamiento con infraestructura (caminos, materiales de construcción, pozos de agua, basureros, etc), no solo destruye su naturaleza productiva, sino sobre todo expande sobre ellos los impactos de la “mancha urbana”.
La “mancha urbana”; es la más certera metáfora para la doble contaminación que generan las ciudades; la física (gases, drenajes, residuos, acústica, etc.) y la ideológica (tecnocracias, neoliberalismo, globalización, violencia, etc.).
Y es que en la actual civilización industrial su pilar fundacional, la “domesticación” de la naturaleza, es aún tan solido que le es imposible reconocer que industrializar no es equivalente a domesticar, peor aún, es tal su nivel de adicción al consumo de productos industriales y al “status” social que le aliena; que es incapaz de tener consciencia que el petróleo, hoy materia prima / energía por antonomasia y que da razón de ser a su sociedad, está agotándose y provocará en “efecto domino”, el derrumbe catastrófico de las condiciones de vida en su población. 


Por eso, el plazo fatal de los próximos 40 años, significará en términos ecológicos, un crecimiento abrumador de la contaminación por deshechos físicos, debido básicamente a dos dinámicas paralelas e inevitables; por un lado a la acumulación, provocada por la inviabilidad de suficientes plantas recicladoras / tratadoras de los mismos, en razón de su propia demanda agregada al consumo de petróleo y al insignificante beneficio de reinsertar sus productos a las cadenas productivas; por el otro lado, a la desesperada búsqueda global de reservas petroleras, mediante mecanismos altamente contaminantes como el “fracking” o los daños colaterales provocados por las “guerras del petróleo”. 
Por su parte, la capacidad de carga del planeta no puede continuar aumentando “tecnológicamente” ya que, no solo se derrumba el modelo industrial que se ufanaba de lograrlo; sino además ocurre una redistribución forzada de la población mundial a partir de las migraciones.
Paradójicamente, pareciera que la biosfera continúa sus procesos vitales normalmente y que en ellos estaba previsto “procesar” los depósitos de petróleo que contiene, para lo cual, simplemente “ha utilizado” al sistema humano como instrumento; sin que ello signifique su extinción, sino apenas su re-organización ecológica.  
Por eso, cambios tan elementales como; educar para evitar el hacinamiento; reducir la dependencia de productos y servicios industriales, plásticos, combustibles y lubricantes; promover y desarrollar áreas verdes; impulsar iniciativas de producción ecológica; rescatar la movilidad peatonal, en bicicleta e incluso en animales, etc; son solo algunos ejemplos de las acciones que ya deberían estarse implementando.
FINAL
El agotamiento inminente del petróleo, provocará no solo que la producción industrial literalmente desaparezca y que la electricidad sea un bien escaso; sino principalmente, que el hegemónico modelo de economía política basado en el consumo de productos y servicios industriales se destruya y arrastre consigo a la humanidad entera.
Por lo tanto, tomando como inicio del plazo fatal este año 2013, propongo imaginar tres realidades que inevitablemente habrán de ocurrir para a) el niño que hoy nace; b) el joven que hoy tiene 20 años y c) el adulto que hoy tiene 40 años. Propongo también una lista de eventos que son comunes a todas las sociedades del planeta y relacionadas con el conocimiento, la salud y la actividad productiva.


Así, podemos observar algunas probabilidades concluyentes como:
  1. La escolarización básica puede considerarse que estará disponible; sin embargo, no garantiza proveer contenidos que preparen a los alumnos para convivir en la era post-petróleo, particularmente con los efectos colaterales que sobre ellos provocarán las propias crisis de las dos generaciones superiores (hoy industriales). La formación superior hoy es netamente inoperante frente a la crisis y solo continua proveyendo operadores para la actividad industrial. 
  2. La actividad industrial, ya se está volviendo precaria y continuará de manera creciente, impactando principalmente sobre el nivel de ingreso económico de la población y por lo tanto en la construcción creciente de rutas alternativas como la economía informal, la delincuencia o la migración. 
  3. La calidad de vida ya está deteriorada, el “acoplamiento” entre las tres generaciones ya está ocurriendo para asumir en conjunto, todas las variables relacionadas con la calidad de vida (alimentación, salud, vivienda, transporte, etc.); incluso en aquella minoría de familias con alto poder adquisitivo; su propia particularidad frente a una creciente masa de población cada día más vulnerable, los obliga también al acoplamiento y paradójicamente a una mayor vulnerabilidad relacionada con su inevitable auto-segregación.    
Paradójicamente, ésta alerta sobre la actual realidad se suma a las decenas de alarmas apocalípticas que han ocurrido en la historia de la humanidad y que hasta antes de esta, nunca se han cumplido; peor aún, hace ya casi 50 años que varios de los postulados que advirtió el club de Roma en 1968, se han estado cumpliendo y sin embargo, la comunidad internacional más allá de inocuos paliativos, ha sido incapaz de proponer un plan mundial de acciones para encarar este quiebre energético, lo cual implica, no solo que ni siquiera se está previendo formularlo en el futuro inmediato; sino peor aún, que los sectores de la humanidad que podrían y deberían hacerlo, están siendo avasallados por algún poder disuasivo que los paraliza o los distrae burocráticamente.
Una excepción extraordinaria, en tanto implantada como política de Estado; es la iniciativa ya hecha Ley, propuesta por el presidente de un Estado plurinacional, que hace 500 enriqueció a la Europa depredadora e intolerante y que aun hoy lo acosa porque no soporta que sea libre y menos aún que reivindique sus creencias y valores ancestrales. Se trata de Evo Morales Ayma, presidente del Estado plurinacional de Bolivia y de la “Ley  Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien”.       
Por eso, continuar evitando resolver esta amenaza, es simplemente estar alimentando los “cuatro caballos” del Apocalipsis.






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