II. Tecnología


De su naturaleza biológica
Ya he dicho que la multiplicidad de cosas que el sistema humano percibe, constituyen sencillamente un caos para su pensamiento inmediato; sin embargo, ontológicamente, su estructura biológica emplaza al mismo tiempo en él, un desafío por conocer.
En su origen, uno de los primeros desafíos, debió ser “conocer“ el fuego; no solo por el efecto sensorial que su naturaleza térmica o luminosa produce; sino quizá principalmente, por aquella abstracta y ambivalente: su fuerza creadora-destructora. 
De ésta manera, el conocimiento del fuego llevó las ideas en el sistema humano un paso adelante y le permitió transformarlas en técnica. Así, buscar, encender y conservar un fuego, se convirtieron en actos técnicos, que sin importar su intención creadora-destructora, implicaron un compromiso con hacerlos inteligibles; fue hasta entonces cuando pudo ocurrir su domesticación, como antorcha o como combustible y en consecuencia también su socialización, como leñadores u orfebres e incluso como soldados (que lo utilizaban militarmente).
Pero basta con observar la Naturaleza, para descubrir que todo lo vivo opera también tecnológicamente; es decir, lo biológico es sinónimo de tecnológico. Por lo tanto, la técnica consiste simplemente en los métodos y procedimientos a través de los cuales, socializan entre si todos los seres vivos.
Desde una célula o un árbol, hasta los nidos de las aves o las represas de los castores; todos ellos son simples manifestaciones tecnológicas que con su dinámica social conforman el entorno. 
De su carácter competitivo
La técnica, puede entenderse también entonces como aptitud; que ya sabemos, no es otra cosa que la capacidad de elegir la realidad que se construye y operar en ella.
Esta capacidad de “dirección”, implica competir; por un lado para hacer inteligible el entorno y por otro lado, para sostener entonces el acoplamiento con él. 
Competir por lo tanto, solo es un proceso por el cual se retroalimenta el sistema a si mismo desafiando sus propias capacidades con el objetivo de superarlas y, donde tener éxito, solo significa trascender socialmente. Ser apto. 
Por eso es un error grave, insistir en entender la evolución como “adaptación” al entorno y que el objetivo es “competir” contra él para superarlo en eficiencia y fuerza.
De su adicción alienante en el Sistema Humano
Sin embargo, el ser humano de manera abrumadora, ha mal entendido como mecánica la noción de técnica y desde su origen ha alimentado de manera aberrante su intención de crear “imitaciones mecánicas” de la Naturaleza, para entonces pregonar orgulloso que la ha “domesticado”. 
Así de Ikaros al Mig-29, la única diferencia ha sido el material; su aberración ha sido la misma: volar.
Pero, en tanto aberrante, ¿es equivocada ésta intención humana? 
No, por supuesto que no. La equivocación es parte de la Naturaleza; lo aberrante consiste en perderlo de vista e insistir en que se podría tener éxito o peor aún, que ya se ha tenido éxito con dicha “imitación”. 
Volar no es una intención equivocada, lo aberrante es creer que el ser humano vuela. 
Volar es la técnica a través de la cual, los sistemas biológicos que lo hacen, se acoplan ontológicamente con el entorno para obtener energía en él y sostener su autopoiesis. En el sistema humano volar no es una técnica, es simplemente una “mecánica” de transporte.  
Así, la ecología inmanente a la Naturaleza, es violentada por el sistema humano bajo el pretexto de que es legítima su domesticación, cegandose a que su motivación real y aberrante es, diseñarla. 

Se arroga entonces “domesticador” que diseña; donde produce soja y donde produce vacunas; pero también donde produce conocimientos y donde guerras y, desde luego, donde produce riqueza y donde hambre.
Si bien se trata de un equívoco evolutivo antiquísimo, relacionado como he dicho con los procesos de “domesticación”; resulta obvio que el motor de tal equívoco es la economía.
Precisamente Childe propone que fue en la "revolución neolítica" donde emergió la “domesticación” que traslado al sistema humano de una economía recolectora a una economía productora; sin embargo, particularmente considero que ya en la economía recolectora ocurría la “domesticación” y que ésta simplemente encontró una nueva etapa de desarrollo durante el Neolítico ahora relacionada con la política,  condición sine-qua-non para el desarrollo urbano.   
Y es que en mi opinión, el Neolítico es consecuencia, antes que causa, del crecimiento de la población humana, cuyas voluminosas recuas, hicieron imposible que continuara sosteniendo su condición de nómada-trashumante. 
Por lo tanto, estos grupos ya producían de manera incipiente (alimentos, utensilios, herramientas, tejidos, etc) y simplemente comenzaron a permanecer y a auto-domesticarse a través de desarrollar nuevas técnicas, ahora de construcción, sanitarias, de defensa e incluso para el registro de su desarrollo; todas ellas con implicaciones políticas que eran inexistentes o también incipientes durante la etapa de economía recolectora.
Así, el equívoco de las “imitaciones mecánicas” adquirió características políticas que lo transformaron en poder. 
Del cazador cuyo pedernal afilado proveía al chaman la piel de oso o tigre que se encimaba para “imbuirse” de su fiereza o poder; se evolucionó al crisol del orfebre que proveía al rey la corona de oro, para imbuirse ahora de una supuesta filogenia con el Dios Sol.
Desde entonces, la alienación comienza en la infancia, cuando los aprendices lo son en su mayoría, de oficios relacionados con la “domesticación” de materiales, animales o cultivos, donde igual aprenden a manipular grasas y plásticos; azotar un asno o abandonar un perro, que a utilizar insecticidas o comprar cada año el “arbolito de navidad”; en una palabra: a dominar su entorno.
Obviamente en algún momento, el continuo crecimiento demográfico provocó que para sostener esta dominación fuese necesaria la “gestión” de conocimientos; lo cual, llevó la alienación tecnológica un paso adelante, hacia la defensa de esa riqueza-poder inmanente al conocimiento; nació el arte de la guerra y su consecuencia "productiva" en las relaciones vencedor-vencido: esclavitud e ignorancia.  
La historia siguiente; feudalismo, colonialismo, imperialismo, capitalismo, comunismo, etc; solo han sido justificaciones ideológicas diversas para sostener operando el equívoco ancestral; dominar la naturaleza.
Esta heterogeneidad de la economía política que, sin embargo, tiene como sujeto común global al dinero, ha hecho de la gestión del conocimiento su estrategia triunfadora (incluido su colofón actual, la propiedad intelectual -patentes-). 
Así, de manera notoria a partir de la guerra fría en el siglo XX, tal dinámica alienante alcanza su máxima expresión por dos vías; por el lado material, a través de la masificación de productos tecnológicos y por el lado ideológico, a través de la masificación también, de su apología en los medios de comunicación. 
In-extremis, esta realidad aberrante solo puede engendrar una identidad histórica también aberrante, es por eso que se ha auto-calificado, como la era de las “sociedades del conocimiento” y que eufemísticamente refiere a su modelo económico como, la “nueva economía”. 
De su persuasión depredadora
Esta dinámica evolutiva que tiene por objetivo dominar a la Naturaleza, implica una persuasión depredadora, en tanto construye argumentos que valoran una supuesta supremacía del hombre sobre ella.
La idea fundamental de que la Naturaleza no está ahí para simple paisaje sino al servicio del hombre; arraiga en él evolutivamente dos razonamientos equívocos en tanto depredadores que moldean su aprendizaje: el primero, que la Naturaleza es simplemente una extensión pasiva de objetos y por ello indolente; el segundo, que tal extensión tiene utilidad y por ello valor.
Este meme “Estamos obligados a dominar la Naturaleza”, logró corregirse en las diversas culturas originarias del planeta, cuando éstas fueron capaces de advertir el impacto que sus acciones provocaban en el entorno donde se desarrollaban; hoy le llamamos “conocimiento ancestral”. 
Sin embargo, con la aparición de la economía política y de los propietarios de los medios de producción, particularmente fabril a partir de la revolución industrial, aquel conocimiento ancestral fue avasallado por el “conocimiento productivo
Más fuerte, más rápido, más alto”, como en el viejo adagio olímpico; el conocimiento decidió competir, dejando de lado la inteligencia, para alcanzar la preciada meta: acaparar capital.

Así, desde las familias y las escuelas, hasta las empresas y los gobiernos; hoy todos ellos promueven la “innovación” que permita masificar bienes y servicios. Aquella que sustenta el consumo como valor de operación social y al capitalismo como paradigma de “progreso”.
Más operadores (consumidores) de noticieros, telenovelas, periódicos y revistas, autos, teléfonos, computadoras, moda, alimentos industriales, medicinas, etc; y que paradójicamente, sean a su vez “domesticados” obreros que los fabrican. 
Resulta obvio que detrás de ésta excitación del consumo masivo, subyace además la necesidad insana de acaparar la propiedad de los insumos que alimentan la producción de tales bienes y servicios.
El depredador entonces, sale en busca de tierra, mar, ríos y aire para convertirlos en su presa y exprimir de ellos, agua, especies y minerales, es decir; biodiversidad que mantenga funcionando el crisol de la alienante “innovación”.      
Como germen global de población 
Ya he dicho que todo lo vivo opera tecnológicamente; es decir, que lo biológico es sinónimo de tecnológico. Por lo tanto, es sencillo deducir que el desarrollo tecnológico implica el desarrollo biológico en términos de crecimiento poblacional.
La razón también es muy sencilla; la tecnología expande las características del sistema biológico en el entorno donde se desarrolla. Expande sus oportunidades de obtener energía y consecuentemente para reproducirse.
R.Dawkins propone en su concepto de “fenotipo extendido”, la relación colaborativa que se construye entre un organismo y su entorno, a través de maximizar la sobrevivencia de genes ambientales necesarios para dicha relación, sin que estos necesariamente formen parte del organismo. Tecnológicamente, quizá el caso más conocido es la relación de los cuatro cultivos; maíz, trigo, cebada y arroz y las culturas humanas; la cual ha desarrollado genes ambientales (insectos, hongos o plantas) que no pertenecen ni a los cultivos, ni al sistema humano, pero que les han permitido sostener su acoplamiento. 
Pero por otro lado, esta expansión de las oportunidades de crecimiento poblacional, expande también las oportunidades para el desarrollo tecnológico en tanto aumenta el número de individuos que pueden innovar.
Por lo tanto, volviendo al tema de la “domesticación”, es obvio que en esta relación colaborativa, el entorno no se expande en proporción con la expansión de la demanda poblacional, sino que en algún momento alcanza su “capacidad de carga” y esto obliga al sistema humano a decidir entonces, entre distribuir su población hacia otros territorios o permanecer e imponerle su “diseño” a dicho entorno. 
Ambas opciones se han mantenido vigentes históricamente hasta nuestros días, en la forma de migración y urbanización. 
Paradójicamente, ésta característica del desarrollo tecnológico como germen de crecimiento poblacional y exacerbada a partir de la revolución industrial; pasa completamente desapercibida como tal de generación en generación y a pesar de las múltiples alertas sobre su impacto en la “capacidad de carga”, su simple insinuación continúa siendo causa de anatema, ya que se le califica como ideología “anti-progreso”. 
Es por ello, que el sistema humano no ha detenido su crecimiento desde hace 100,000 años, en lo que parecería una dinámica simplemente evolutiva, es decir amoral, que también parecería tener una tendencia a continuar por los siglos de los siglos.
Sin embargo, la historia también registra hitos catastróficos para diversas culturas  (Creta, Mayas, Rapa-Nui, etc.) en las que todos los resultados de las investigaciones apuntan a causas relacionadas con el agotamiento de la “capacidad de carga” en los ecosistemas que habitaban.    





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