VI. Ruido Tecnológico

Pero no perdamos de vista que hasta aquí, he tratado solamente un escenario que podemos llamar “teórico”; en el que la coherencia operativa (conductual) está asociada a la percepción de estímulos naturales, es decir; aquellos que derivan del acoplamiento igualmente coherente (armónico) con el entorno.

Sin embargo, la realidad nos demuestra que existe otra dinámica, una que aparentemente es también coherente, pero que no opera con estímulos naturales, sino con estímulos artificiales que provienen de ese innumerable volumen de artificios “tecnológicos” que nos rodea. 


Esa especie de micro-entorno en el cual todo es electromecánico, excepto quizá solamente, la operación fisiológica del sistema humano, si bien produce estímulos perceptibles por sus estructuras biológicas que por ello podrían falazmente llamarse “naturales”, no lo son, porque son estímulos “imitados” a través de artificios que la Naturaleza se ha cuidado de no constituirlos. Por ejemplo; la voz humana escuchada en una conversación, es natural cuando se hace frente a un interlocutor y es “imitada” cuando se hace a través de un teléfono, una radio o un televisor.  
Obviamente siendo artificios construidos por el ser humano, podría decirse también que la Naturaleza los constituye a través de él. Falso; son planificados y construidos por una extrema minoría que no representa a la humanidad como especie, sino quizá solo se representan a si mismos como un error de la misma.
Y es que se trata de artificios que van más allá de la natural tecnología inmanente a la operación del sistema humano, más allá de sus necesidades ontológicas y cuya única motivación es generar alienación masiva.
Por ejemplo; los instrumentos musicales forma parte de la tecnología humana desde su origen como especie y han significado un aprendizaje coherente (armónico) con el entorno, tanto en términos operativos (sustentabilidad ecológica) como culturales (usos y costumbres); se trata de un conocimiento universal y por lo tanto de libre acceso.
En contraparte, su substitución por los instrumentos electrónicos, ha minimizado no solo dicho conocimiento, sino peor aún; concentró en una minoría fabricante la capacidad y sobre todo el derecho de administrar el nuevo conocimiento “tecnológico”, que en razón misma de su “exclusividad” y motivación, dejó de ser armónico, coherente, universal y libre.
Este escenario hoy hegemónico, ha globalizado artificios tecnológicos prácticamente en todos los ámbitos operativos del sistema humano, desde la comunicación o la alimentación hasta la salud, el transporte o la propia escolarización.     
En pocas palabras, la globalización de este micro-entorno, solo ha generalizado la destrucción cultural de la humanidad; ha dispersado la ignorancia y ha masificado su alienación operativa. Paradójicamente, gran parte de la humanidad llama a esta dinámica...progreso.    
El desafío de la convivencia en este entorno, resulta entonces obviamente abrumador para la capacidad de aprendizaje del sistema humano, por una sencilla razón: este micro-entorno es ruido.
El ruido es toda perturbación intensa, ausente de armonía. Y este es el caso de los artificios tecnológicos, cuya intensidad medida en términos de densidad operativa (población que los utiliza) es abrumadora, al igual que su ausencia de armonía, es decir de coherencia con el entorno (depredación y contaminación son factores ineludibles para su existencia).        
Esto obliga a entender además, que dicha perturbación (ruido) es impredecible y solo puede ser gestionada una vez que aparece; por lo tanto, su aparente inteligibilidad que permitiría descubrir su “coherencia”, es imposible de encontrar porque implica penetrar en una “caja negra” de aprendizajes imposibles de acoplar (sintonizar) con los propios y peor aún, de sus motivaciones. 

Por ejemplo; en el entorno natural el fuego es inteligible en tanto su universalidad y permanencia como sistema natural (per-se), permite al sistema humano hacerlo predecible; aprender su razón de ser, cuando, porque y para que ocurre; es decir, permite construir un acoplamiento con él y sostenerlo coherentemente (en armonía). Por ello se dice que esta técnica (acoplamiento) es inteligente.
Como ejemplo contrario; en el micro-entorno de los artificios electromecánicos, las llamadas TIC (tecnologías de la información y comunicación) son absolutamente impredecibles pues están basadas en motivaciones y conocimientos exclusivos de su constructor, que son imposibles de acoplar (sintonizar) con los propios conocimientos
Por ello se dice que estas técnicas (acoplamiento) no contienen conocimiento, o no son “inteligentes”, pues solamente funcionan como “atractivos” artificios que alienan la operación del sistema humano y destruyen su impulso natural por aprender. 
La frecuencia de aprendizaje en el sistema humano es perturbada por este ruido tecnológico, al grado que ya no le interesa saber, sino simplemente funcionar.

El “ruido” se mantiene dentro de la onda transportadora, por la sencilla
 razón de que es producto del sistema humano, por lo tanto no puede ir
 más allá de sus capacidades biológicas (cognitivas y operativas)





1 comentario:

Ozarcus dijo...

Tenes un lenguaje avanzado cuyas palabras no logro entender.